Encontrarme en el Silencio

Desde los inicios de mi vida tuve consciencia del silencio, pero es ahora en esta etapa cuando más he aprendido a disfrutarlo... Lo busco a diario, aunque a veces sea difícil encontrarlo, y cuando no lo encuentro, recurro al que llevo guardado en mi interior... Es ese el que me permite estar tranquila cuando afuera hay desorden y desconcierto por las cosas que no está en mis manos controlar.

Creo que eso es lo que me gusta... La sensación de saber que en ese espacio tranquilo puedo encontrarme con la mujer que soy y soy capaz de visualizarla mucho más allá de los problemas, de los roles de hermana, amiga y todos aquellos en los que la gente que habita conmigo pudiera etiquetarme.

En el silencio me doy cuenta también de mi propia fragilidad e impermanencia, y celebro el regalo de ser hoy esta persona en quien me he convertido, porque no obstante que tengo una fecha de caducidad como todo lo que en el universo existe, sea tangible o intangible; es precisamente eso lo que me permite verme desde afuera, como un ser de lo más simple, pero al mismo tiempo como la protagonista de una historia que se va escribiendo día a día y que aún así cada vez es diferente.

Mi piel siente, mi corazón es tan humano que experimenta amor, alegría, enojo, tristeza y todas las emociones que en su interior puede experimentar el alma humana; pero es a través del silencio que varias de esas emociones dejaron de habitar en mi de forma continua y habitual; permitiéndome ser más libre, mucho más tolerante y al mismo tiempo hacerme entender que todo cuanto sucede a mi alrededor es como las estaciones del año, sólo por un lapso intemporal.

He visto mucha gente que escapa de la realidad buscando el ruido, se aisla colocándose audifonos para escuchar música, otros no son capaces ni siquiera de estar a solas por un instante consigo mismos y encienden el televisor mientras permanecen sin ninguna compañía en casa o con la radio mientras se desplazan en un coche con los cristales cerrados.

La música es un buen boleto para viajar fuera de la realidad mientras el cuerpo y la presencia física habitan en el presente... En lo personal yo la utilizo cuando quiero soñar o imaginar; quizá son entonces para mi los únicos momentos en que el silencio tiene sonido y armonía... Es quizá por ello que defiendo tanto esos espacios -aunque sean pocos y por breve tiempo- porque son un regalo de mi alma hacia mi.

Quizá por eso me encantaba trabajar manejando de noche, y en ese momento presente de mi vida, en el vigésimo tercer día de un mes tercero, cuando ya han pasado exactamente diecisiete años desde que comenzó un nuevo siglo, cerca de la media noche vine a darme cuenta que me encanta encontrarme conmigo misma en el silencio, que irónicamente se produce mientras estoy en un ambiente laboral donde el ruido de las máquinas y de la gente trabajando me permite estar con quien en realidad soy.

¿Qué hago cuando eso sucede? Me doy cuenta como estoy por dentro, me enfrento a mis miedos y debilidades y los veo mucho más pequeños de lo que son en realidad... A veces el pasado me trae imágenes de momentos que ya pasaron y personas que ya no son parte de mi vida, y es como visualizar un álbum de fotos muy lindo que me cuenta en cronología los años de una mujer que ha sido afortunada, pero que en este punto del camino ya es muy distinta, y todas esas memorias, aunque nítidas, se empiezan a transformar como si estuvieran impresas en sepia.

Encontrarme en el silencio me permite también hablar con Dios a pesar de estar rodeada de gente. Es también el único punto donde puedo colocarme para habitar al mismo tiempo en el presente y el futuro, a través de las cosas que sueño y con mi trabajo deseo lograr... En medio del movimiento y todo lo que alrededor de mi sucede, soy también cada vez más consciente que soy una cazadora de historias, y hay días en que en medio de toda esa gente que al igual que yo trabaja en el mismo sitio, soy como una especie de personaje incógnito que la mayoría de las veces escucha más lo que en realidad pudiese contar.

Es así como descubro y voy a atrapando historias... Me he dado cuenta, que a pesar de que yo no lo he encontrado, el amor es real y existen personas que son capaces de trabajar y esforzarse en conjunto por un proyecto de vida; he visto también personas perdidas que todavía no encuentran su camino, y al mismo tiempo me distraigo viendo a quienes simplemente caminan por ahí sin ninguna expectativa de nada...

Todas esas historias en algún punto coinciden y yo estoy ahí para ir siguiendo la madeja que las hilvana... Considero que yo no tengo mucho para contar,  y lo poco que pudiera decir de mi lo hablo muchas veces nada más a través de las letras, y las letras que conforman mis palabras la mayoría de las veces cuentan sobre personas extraordinariamente ordinarias de las que voy aprendiendo y coinciden conmigo en el presente.

Me encanta encontrarme en el silencio porque es como quedar de manera formal para reunirme conmigo misma, con la diferencia de que hoy te he invitado a ti a este espacio tan especial en el que de manera habitual sólo habito yo.

Desde aquí se puede viajar a muchos sitios... Al mundo de los sueños, al introspectivo donde se mira la forma que tiene el alma y no el cuerpo, y a veces en el silencio pienso que tal vez por eso mi camino sigue siendo en solitario, porque mi misión es esa, aprender a escucharme y contar todo lo que el silencio tenga para decir...

De todas esas cosas hablaré en otro momento, hoy tan sólo sucedió que en el regreso a casa recordé lo mucho que disfruto el silencio y tuve muchas ganas de compartirlo contigo y agradecerlo a Dios sin necesidad alguna de palabras. 

Buen viaje hacia el país de los sueños...

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